martes, 25 de marzo de 2008

Somos hechos nuevos

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son echas nuevas.
2 Corintios 5:17

El hombre renovado por su presencia actúa sobre la base de principios nuevos, por reglas nuevas, con metas nuevas superiores y con compañía nueva. Quien es creado de nuevo; su corazón no es sólo enderezado; le es dado un corazón nuevo. Es hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para buenas obras las cuales Él preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Aunque es el mismo como hombre, ha cambiado su carácter y conducta. Estas palabras deben significar más que una reforma superficial. Deben llegar ha ser una nueva forma de enfrentar la vida un cambio que determina nuevos propósitos.

¡Gloria a Dios! ¡Jesucristo vive hoy!

¿En qué piensa cuando oye la palabra resurrección? La mayoría de la gente piensa en el pasado: en una tumba vacía y en el Señor resucitado.

Lo que no entendemos bien es que Él no es el único que resucitó. Nosotros también hemos resucitado. Resucitamos espiritualmente el día en que recibimos al Señor Jesucristo como el Señor de nuestra vida. Ese día pasamos de muerte a vida. La parte más importante de nuestra resurrección ya ocurrió.

Medite en eso. Cuando usted hizo a Jesucristo el Señor de su vida, el Espíritu de Dios vino sobre usted y la gloria del Señor invadió su ser. Esa gloria consumió al viejo hombre y al pecador que usted antes era. Ese hombre viejo murió, y en su lugar nació una criatura nueva.

Sí, habrá un día cuando el cuerpo terrenal en que vive será levantado y glorificado, pero usted no tiene que esperar hasta entonces para ser libre del pecado, de la enfermedad, de la pobreza y del fracaso que acompañan a este mundo natural. Usted ya es libre de todo eso.

Quizá esté preguntándose: "Bueno, si soy tan libre, ¿por qué no puedo dejar de fumar? ¿Por qué estoy siempre enfermo?" Pues, porque ha dejado que Satanás lo convenza de que usted todavía está bajo su poder y de que aún está espiritualmente muerto.

Es tiempo de ejercer gobierno sobre lo que Dios ha puesto frente a nosotros para que administremos. Por eso, le pido que a partir de hoy comience a considerarse vivo, a pensar de sí mismo como alguien que ya tiene la vida de Dios y no como un ser terrenal que está esperando por la resurrección. Considérese muerto al pecado y vivo por el poder de Jesucristo, y podrá empezar a vivir una vida nueva hoy.